Bueno, aventurado turista, ¿has visitado ya la parte temporal? ¿No? Pues te has perdido un buen entrante (si te arrepientes, aquí lo tienes). ¿Preferiste pasar directamente al plato principal? Aquí va.
En primer lugar es importante saber que la visita a la exposición permanente es multimedia (incluye cacharrito tecnológico, denominado «tablet», como guía), así que lo primero que has de hacer es pasar por la entreplanta para recoger tu guía digital, te la cambian por tu DNI, carnet de conducir o similares, NO aceptan la suegra, el niño mocoso o al chiguaga en prenda, sobretodo si muerden.
Planta 2- La configuración de Europa
La exposición arranca fuerte, por que los muy … expertos van y te quieren hacer pensar ¡En un museo! ¡En los tiempos de Twitter, Instagram, Pinterest, Snapchat, Tinder y demás van y ¡plantean preguntas! Menudo descaro, así que al mismo tiempo que te introducen al origen mitológico de Europa, muestran planos y geografía europea y ¿alrededores? introduciendo uno de los grandes dilemas ¿Dónde empieza y acaba Europa? ¿Cuáles son la memoria y el patrimonio europeo?




Y si miramos al techo, vemos citas, frases, ideas de personalidades relevantes de Europa, que nos invitan a seguir pensando (nadie dijo que la visita fuera “fácil” y libre de usar el cerebro) como la cita de la pensadora Julia Kristeva.
«L’EUROPE EST LE SEUL ENDROIT AU MONDE OÙ L’IDENTITÉ N’EST PAS UN CULTE MAIS UNE QUESTION»
Dicho de forma entendible: «Europa es el único lugar del mundo donde la identidad no es un culto sino un tema recurrente».
Con estas dudas en la mollera, nos acercamos a las escaleras y pasamos al siguiente nivel.
Planta 3 –Siglo XIX y primera mitad del XX.
La configuración europea del siglo XIX.
Pasamos en esta planta a realizar un rápido recorrido por nuestro siglo XIX y mital del XX. Cómo fue dando lugar tras las guerras napoleónicas a una nueva Europa, cómo fueren naciendo las ideologías (nacionalismo, comunismo, etc.) al mismo tiempo que Europa se extendía por el mundo gracias a sus avances en ciencia e industria.
Recordemos que es en el siglo XIX cuando se produce la gran industrialización del continente, la máquina de vapor está por todas partes, el ferrocarril se extiende y los barcos de vapor llegan a todos los continentes, la ciencia progresa que es una barbaridad (teoría de la evolución, se descubren nuevos planetas y más), empezamos a comunicarnos por teléfono, la electricidad se introduce en nuestras vidas y un largo etcétera.
En lo político tuvimos nuestras subidas y bajadas, de periodos calmados, pasamos a las revueltas de 1830 (de ahí nacería Bélgica e indirectamente Grecia) , 1848 y la guerra Franco -Prusiana de 1870 (que tendría su continuación con la I GM y la II GM) . Aún con todo, los europeos nos veíamos como la repanocha (no nos ibamos a creer los malos de la película) y partíamos la pana por todo el mundo, en particular África y Asia, para lo bueno y lo malo.
Porque también hubo sus cosas malas protagonizadas por Europa y sus europeos: el lado negativo del colonialismo, desarrollamos la teoría de las razas (sí, esa de blanca, amarilla, negra y colorines varios que parió un tal Joseph de Gobineau y que tantos seguidores tiene, aún hoy, además de dolores de cabeza que nos da), se desvirtúa la teoría de la evolución para crear el darwinismo social. Nunca está de más ser críticos con nuestra propia historia («se trata de ponderar, no de rebozarse en lo bueno y lo malo exclusivamente» aclara nuestra croqueta).
Siglo XX, la I Guerra Mundial.
Los detalles del conflicto que acabó con gran parte de la juventud europea lo dejo para los libros y las web especializadas. Basta con fijarnos en la cita de Eduard Grey (Ministro Asuntos Exteriores británico durante la I GM): “Las luces se apagaron y por toda Europa no volverían a verlas encendidas en toda nuestra vida”.
Poco más se puede decir, aunque llama la atención, que en vez de centrarse ampliamente en lo militar, nos muestren los paneles publicitarios usados en el conflicto deshumanizando al enemigo y justificando lo correcto de la lucha protagonizada por cada bando (ya se sabe, nosotros tenemos razón, ellos no y a la inversa). Es un buen recordatorio de lo que supone la guerra, no solo armas sino seres humanos que dejan de serlo.
El periodo de entreguerras, años 20 y 30, grandes cambios culturales y políticos.

La exposición se da su tiempo y espacio para darnos unos buenos detalles del periodo de entre guerras. Con toda la efervescencia cultural de los años 20 y 30 (la escuela Bauhaus, el vanguardismo, el jazz, etc …) Aquí nos recordarán cómo surgen nuevas naciones en Europa tras la descomposición del imperio Austrohúngaro. Las revoluciones, en particular la Comunista-Rusia y paralelamente surgen distintas ideologías que serán protagonistas del conflicto por venir: fascismo y nazismo. Aquí resulta interesante cómo encontramos en vitrinas enfrentadas la dedicada al movimiento Paneuropeo (la iniciativa de unión continental más veterana, propuesta por el Conde Kalvero Kalergi en 1922) frente a los movimientos ultra conservadores y nacionalistas de los que se alimentarán fascismos y nazismo.

También vemos como cogieron fuerza las teorías más racistas y acabaremos con una contraposición entre dos monstruos (literal, guste o no, entre los llevaron a la muerte a más de 50 millones de personas) del siglo XX: Hitler y Stalin
De ahí nos topamos con el espacio reservado a la Guerra civil española, contextualizada cómo un claro prologo-presagio de lo que estaba por venir en Europa y también un aviso de lo que sería la guerra moderna en su forma más letal (ver foto). Para los que echen de menos ver la guerra civil como una pelea izquierda-derecha o derecha-izquierda, democracia-fascismo-comunismo etc … busquen otros museos.
La Segunda Guerra Mundial.
Damos el salto a la II Guerra Mundial, todos hemos visto algún documental o película, así que mejor fijarse en la cita de Elie Wiesel que abre el espacio: «Si algo lo puede, es el recuerdo lo que salvará a la humanidad. Para mí, esperanza sin memoria es como memoria sin esperanza».

Aquí la exposición se aleja de las batallas (aunque tienen su espacio) y de los grandes enfrentamientos para centrar nuestra atención en las personas que vivieron y protagonizaron este conflicto. Un gran mosaico de nazis, colaboradores del nazismo, judíos, resistentes, soldados aliados. Todos ellos mostrados en una vitrina de cristales irregulares, una buena metáfora de cómo la propia guerra contiene muchas historias, visiones y vivencias detrás de un único conflicto.
¿Aún tienes ganas de más? Pues sigue la visita por aquí.
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